A Carlo
Brusini, mi nieto, que al igual que el valiente monje Brandan, lleva en su
mochila una rana, para no olvidar que fue niño; en la mirada el brillo y la
ilusión de ver más allá del horizonte y en el corazón la firme decisión de
saber que los sueños se hacen realidad uniendo el intervalo del latido al
compás de cada paso hacia delante. Siempre hay una meta en nuestra vida y el
que tiene sabiduría de verla y la voluntad de desearla, la hace suya.
Carlos-Guillermo
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