La
primera luz del amanecer atraviesa la ventana. Son las 6 y media de la mañana
y, el despertador está a punto de sonar. Un nuevo día ha comenzado.
Cuando
me doy cuenta son las menos cuarto, hora de conectarme a skype y desayunar vía
cam con mi madre. Ya a las siete nos deseamos los buenos días, intentamos
alargar la conversación y corro a meterme en la ducha. Mi mente se queda en
blanco. Ahora es cuando realmente todos mis sentidos se activan y las ideas se
aclaran.
El reloj
sigue corriendo imparable hasta la hora límite de salida. Me visto, preparo las
cosas y salgo apurado, como de costumbre.
A pesar
de ser todo parte de la rutina, los días ya no pasan de la misma manera, sé que
estás ahí, que puedo contar con que cada jornada empieza y termina con tu
sonrisa.
Gracias
por hacer que todos los días sean especiales, te quiero.
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